Nuestras miradas se cruzaron y sentí unas ganas irrefrenables de acercarme a ti. Pero
mi timidez me podía. ¡Maldita timidez, que siempre aparecía en el momento que menos la necesitaba!
La música sonaba a mi alrededor, sin prestarle apenas atención. Me acerqué a la barra entre la multitud.
- Camarero, ¡ otra cerveza !
Mi cabeza me daba vueltas y no sabía si la culpable era la tercera cerveza o el no saber que hacer. Pero de repente apareció la gran duda: ¿y las mariposas? ¿Y las putas mariposas que dicen que aparecen cuando es el hombre de tu vida?
Dejé entonces la cerveza a mitad en la barra y me acerqué decidida a ti, con el único pensamiento en mi cabeza: "Las mariposas en el estómago no existen, son los gases".
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